Sin más dilación, cito:
"Que el artista estime más la apariencia que la realidad no es ninguna objeción contra esta proposición. Pues «la apariencia» significa aquí la realidad una vez más, sólo que en una selección, en una intensificación, en una corrección... El artista trágico no es ningún pesimista, —dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco..."