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domingo, 21 de febrero de 2016

El buitre - Franz Kafka. Explicación pormenorizada.

  Ayer di una clase sobre Kafka a alumnos del curso inferior.
  Quiero decir que mi amantísima profesora de Castellano de los dos años pasados me ofreció participar en su clase de Literatura Universal sobre Kafka. Entre otras cosas, compartí con los alumnos un relato suyo, "El buitre".
  Al final de la clase, Asunta interpretó el relato sobre la marcha, explicando la simbología. En la entrada de hace una hora he subido el relato sin más, pero he pensado que podía ser interesante contar lo que nos contó ella a nosotros. No sé si su interpretación es, hum, válida (de hecho, tengo la impresión de que la mitad está inventada), pero me gustó mucho sacarle el jugo y quiero compartirlo.
  Voy a ello.

Un buitre me estaba desgarrando los pies a picotazos. El buitre es un carroñero. Kafka lo elige para expresar que él mismo se siente carroña. Ya había destrozado las botas y los calcetines y ahora me desgarraba los pies. El buitre había superado sus defensas, había roto la cáscara que le protegía. Como dijo Asunta, cuando le entregas tu corazón a alguien, estás a su merced. Después de cada picotazo que me daba, se ponía a volar inquieto, describiendo círculos en torno a mí. El buitre está esperando a que Kafka muera. Luego proseguía su tarea. Un señor que pasaba por allí nos estuvo mirando durante un rato y me preguntó que cómo podía tolerar lo que el buitre me hacía. 1) El señor representa a los demás. "Nos estuvo mirando durante un rato" muestra la visión del mundo que tiene Kafka, una visión pesimista, en la que nadie proporciona ayuda si puede evitarlo, una visión totalmente negativa. 2) El señor no concibe la debilidad de Kafka; cree que él permite su sufrimiento, cree que él lo ha elegido.
—Estoy indefenso (no hay nada que él pueda hacer; está solo y es débil) —le dije—. Un buen día llegó y empezó a darme picotazos. Por supuesto que intenté ahuyentarlo, e incluso intenté retorcerle el pescuezo, pero un animal de este tipo tiene mucha fuerza y quiso saltarme a la cara. Lo intenté, pero no fui lo suficientemente fuerte. Entonces decidí sacrificar los pies. Es una rendición; cuando Kafka ve que no puede ganar, decide sacrificar algo que vale menos. Se trata de elegir entre los ojos, que permiten ver el mundo y comprender lo que nos rodea, y los pies, que nos sostienen y nos dan la libertad. Kafka ha sacrificado su libertad, sus posibilidades de acción, pero a cambio de poder ver con claridad. Ahora están casi tronchados.
—No debe permitir que le haga sufrir tanto —dijo el señor—. Un tiro y ya no hay buitre que valga. El señor aconseja que Kafka se resista, pero le aconseja utilizar la violencia. En resumidas cuentas, lo que le dice es "utiliza la violencia para solucionar tu problema".
—¿Está seguro de ello? —le pregunté—. ¿Se encargaría usted del asunto? Kafka duda, y lo hace dos veces. Duda de si la violencia será o no lo mejor, y no tiene ninguna confianza en que el señor le ayude.
—Faltaría más —dijo el señor—. Tan sólo tengo que ir a casa a por la escopeta. ¿Podrá esperar media hora más? Esto es una especie de demostración de fuerza.
—No lo sé —repuse. Por un instante me quedé paralizado, pero luego le dije—: hágame el favor e inténtelo. Kafka se agarra a lo que puede.
—Muy bien —dijo el señor—, me daré prisa.
Mientras tanto, el buitre había permanecido tranquilo atendiendo a lo que decíamos y posando alternativamente sus miradas en mí y en el señor. Entonces comprobé que lo había comprendido todo.  El buitre lo entiende todo, no hay forma de engañarle. Emprendió el vuelo, se arqueó con ímpetu para lograr el impulso adecuado y, como un lanzador de jabalina, hundió profundamente su pico en el interior de mi boca. Mientras caía de espaldas me sentí liberado al ver cómo mi sangre, que llenaba todas las profundidades y hacía que todos los cauces se desbordaran, ahogaba al buitre. En la autodestrucción está también la destrucción del buitre.

  El buitre representa la enfermedad. La enfermedad acosa a Kafka sin que él pueda hacer nada, y de hecho ataca su garganta, que hacia el final de su vida tenía siempre inflamada.  Sin embargo, se da cuenta de que, de alguna forma, al morir "mata" también a su enemigo, porque están unidos. Esto es una interpretación oficial; de hecho, se cuenta que la primera vez que Kafka tosió sangre se sintió, en sus propias palabras, liberado.

  Y hasta aquí Kafka. Buenas noches, pulpos insomnes.



sábado, 20 de febrero de 2016

El buitre - Franz Kafka

Un buitre me estaba desgarrando los pies a picotazos. Ya había destrozado las botas y los calcetines y ahora me desgarraba los pies. Después de cada picotazo que me daba, se ponía a volar inquieto, describiendo círculos en torno a mí. Luego proseguía su tarea. Un señor que pasaba por allí nos estuvo mirando durante un rato y me preguntó que cómo podía tolerar lo que el buitre me hacía.
—Estoy indefenso —le dije—. Un buen día llegó y empezó a darme picotazos. Por supuesto que intenté ahuyentarlo, e incluso intenté retorcerle el pescuezo, pero un animal de este tipo tiene mucha fuerza y quiso saltarme a la cara. Entonces decidí sacrificar los pies. Ahora están casi tronchados.
—No debe permitir que le haga sufrir tanto —dijo el señor—. Un tiro y ya no hay buitre que valga.
—¿Está seguro de ello? —le pregunté—. ¿Se encargaría usted del asunto?
—Faltaría más —dijo el señor—. Tan sólo tengo que ir a casa a por la escopeta. ¿Podrá esperar media hora más?
—No lo sé —repuse. Por un instante me quedé paralizado, pero luego le dije—: hágame  el favor e inténtelo.
—Muy bien —dijo el señor—, me daré prisa.
Mientras tanto, el buitre había permanecido tranquilo atendiendo a lo que decíamos y posando alternativamente sus miradas en mí y en el señor. Entonces comprobé que lo había comprendido todo. Emprendió el vuelo, se arqueó con ímpetu para lograr el impulso adecuado y, como un lanzador de jabalina, hundió profundamente su pico en el interior de mi boca. Mientras caía de espaldas me sentí liberado al ver cómo mi sangre, que llenaba todas las profundidades y hacía que todos los cauces se desbordaran, ahogaba al buitre.

jueves, 14 de enero de 2016

(Diarios de Alejandra Pizarnik)

24 de junio.

Yo debiera pintar. La literatura es tiempo. La pintura es espacio. Y yo odio el tiempo y querría abolirlo. Pero ni la pintura. Hablo de poder expresarme en un arte que fuera como un aullido en lo oscuro, terriblemente breve e intenso como la muerte.






Nada más que decir.

sábado, 10 de octubre de 2015

(Bhagavad Gita: Chapter 11, Verse 32)

(Slightly versioned from the original, in Hindu, similar to J. R. Oppenheimer's quotation)

If the radiance of a thousand suns
were to burst into the sky
that would be like the splendour
of the Mighty One,
and I am become Death
the Shatterer of worlds

Vishnu, as Krishna

martes, 29 de septiembre de 2015

Fear #2 (Julio Cortázar - Rayuela)

  Sí, sí, estoy citando "Rayuela". No, no, no me lo he leído. Tengo la indecencia de citar "Rayuela" sin habérmelo leído, sí, sí. En mi defensa diré que tengo planeado hacerlo en algún momento, seguramente después de conseguir uno para mí, y que la cita la conocí hace ya tiempo sin saber de dónde salía, por lo que, ¿debe culpárseme por querer citar a alguien y encontrarme con que la cita forma parte de una novela (antinovela, según el autor)? No, claro que no. Que nadie me culpe, jaja.
  Aquí la dejo:


"... en realidad después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás".
Julio Cortázar

lunes, 14 de septiembre de 2015

(Francisco de Quevedo - Amor constante más allá de la muerte)

Cerrar podrá mis ojos la postrera 
sombra que me llevare el blanco día, 
y podrá desatar esta alma mía 
hora, a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera 
dejará la memoria, en donde ardía: 
nadar sabe mi llama el agua fría, 
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, 
venas, que humor a tanto fuego han dado, 
médulas, que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado; 
serán ceniza, mas tendrá sentido; 
polvo serán, mas polvo enamorado.

jueves, 6 de agosto de 2015

La vie #1 (Gustavo Adolfo Bécquer - Rima LX)

Mi vida es un erial,
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.

Observación (Charles Baudelaire - Cada cual, con sus quimeras)

Bajo un amplio cielo gris, en una vasta llanura polvorienta, sin sendas, ni césped, sin un cardo, sin una ortiga, tropecé con muchos hombres que caminaban encorvados.

Llevaba cada cual, a cuestas, una quimera enorme, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o la mochila de un soldado de infantería romana.

Pero el monstruoso animal no era un peso inerte; envolvía y oprimía, por el contrario, al hombre, con sus músculos elásticos y poderosos; prendíase con sus dos vastas garras al pecho de su montura, y su cabeza fabulosa dominaba la frente del hombre, como uno de aquellos cascos horribles con que los guerreros antiguos pretendían aumentar el terror de sus enemigos.

Interrogué a uno de aquellos hombres preguntándole adónde iban de aquel modo. Me contestó que ni él ni los demás lo sabían; pero que, sin duda, iban a alguna parte, ya que les impulsaba una necesidad invencible de andar.

Observación curiosa: ninguno de aquellos viajeros parecía irritado contra el furioso animal, colgado de su cuello y pegado a su espalda; hubiérase dicho que lo consideraban como parte de sí mismos. Tantos rostros fatigados y serios, ninguna desesperación mostraban; bajo la capa esplenética del cielo, hundidos los pies en el polvo de un suelo tan desolado como el cielo mismo, caminaban con la faz resignada de los condenados a esperar siempre.

Y el cortejo pasó junto a mí, y se hundió en la atmósfera del horizonte, por el lugar donde la superficie redondeada del planeta se esquiva a la curiosidad del mirar humano.

Me obstiné unos instantes en querer penetrar el misterio; mas pronto la irresistible indiferencia se dejó caer sobre mí, y me quedé más profundamente agobiado que los otros con sus abrumadoras quimeras.

Fear #1

I fear I am writing a requiem for myself.

Wolfgang Amadeus Mozart

(Alejandra Pizarnik - El despertar)

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
y se ha volado 
y mi corazón está loco, 
porque aúlla a la muerte 
y sonríe detrás del viento 
a mis delirios

Qué haré con el miedo 
Qué haré con el miedo 

Ya no baila la luz en mi sonrisa 
ni las estaciones queman palomas en mis ideas 
Mis manos se han desnudado 
y se han ido donde la muerte 
enseña a vivir a los muertos 

Señor 
El aire me castiga el ser 
Detrás del aire hay monstruos 
que beben de mi sangre 

Es el desastre 
Es la hora del vacío no vacío 
Es el instante de poner cerrojo a los labios 
oír a los condenados gritar 
contemplar a cada uno de mis nombres 
ahorcados en la nada

Señor 
Tengo veinte años 
También mis ojos tienen veinte años 
y sin embargo no dicen nada 

Señor 
He consumado mi vida en un instante 
La última inocencia estalló 
Ahora es nunca o jamás 
o simplemente fue 

¿Cómo no me suicido frente a un espejo 
y desaparezco para reaparecer en el mar 
donde un gran barco me esperaría 
con las luces encendidas? 

¿Cómo no me extraigo las venas 
y hago con ellas una escala 
para huir al otro lado de la noche? 

El principio ha dado a luz el final 
Todo continuará igual 
Las sonrisas gastadas 
El interés interesado 
Las preguntas de piedra en piedra 
Las gesticulaciones que remedan amor 
Todo continuará igual 

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo 
porque aún no les enseñaron 
que ya es demasiado tarde 

Señor 
Arroja los féretros de mi sangre 

Recuerdo mi niñez 
cuando yo era una anciana 
Las flores morían en mis manos 
porque la danza salvaje de la alegría 
les destruía el corazón 

Recuerdo las negras mañanas de sol 
cuando era niña 
es decir ayer 
es decir hace siglos 

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
y ha devorado mis esperanzas 

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
Qué haré con el miedo





Muerte #1 (Vicente Aleixandre - Canción a una muchacha muerta)

Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,
dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma.
Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano.
Dime por qué tu corazón, como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido.
Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara.
Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde sólo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes...
¡Oh tú, cielo riente, que pasas como nube;
oh pájaro feliz, que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados!