lunes, 14 de septiembre de 2015

(Francisco de Quevedo - Amor constante más allá de la muerte)

Cerrar podrá mis ojos la postrera 
sombra que me llevare el blanco día, 
y podrá desatar esta alma mía 
hora, a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera 
dejará la memoria, en donde ardía: 
nadar sabe mi llama el agua fría, 
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, 
venas, que humor a tanto fuego han dado, 
médulas, que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado; 
serán ceniza, mas tendrá sentido; 
polvo serán, mas polvo enamorado.

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